VENCIENDO LA MUERTE

“El sabio teme y se aparta del mal; Mas el insensato se muestra insolente y confiado.” (Proverbios 14:16) RVR

Estamos viviendo una situación excepcional de pandemia. Un virus que afecta las vías respiratorias y es capaz de causar la muerte, extiende su propagación en varios países del mundo en simultáneo, cambiando para siempre la realidad como la conocíamos. Pocas veces la humanidad ha sido testigo de una enfermedad de estas características, y los científicos aseveran que aún no hemos llegado al pico de contagio. Frente a esto, las autoridades de gobierno han solicitado el resguardo de los ciudadanos en sus hogares, como primer medida para evitar la propagación del virus.
La Biblia nos cuenta una situación similar que vivió el pueblo de Israel la última noche que pasó en Egipto. Una plaga de muerte visitó a los egipcios, murieron todos los primogénitos de cada familia que habitaba esa tierra, salvo aquellos hogares donde residía el pueblo de Dios, cuyos dinteles habían sido marcados con la sangre del cordero. Dios había hablado de antemano con Moisés y su hermano Aarón, dándoles instrucciones claras sobre cómo proceder para proteger al pueblo. Las familias debían guardarse, cada una en su hogar y participar juntos de la cena del cordero. Cada casa tendría sus puertas marcadas con la sangre del cordero, como señal de protección y resguardo. Allí donde estaba esa señal, la muerte pasaría de largo. Esta práctica se convertiría en el inicio de la festividad judía que se celebra desde aquel entonces, y luego replicaría el mundo cristiano, más conocida como La Pascua.
Querido amigo, estimada familia, las autoridades puestas por Dios para gobernarnos han solicitado el resguardo de cada ciudadano en su hogar para evitar la propagación de esta pandemia. Es nuestro deber como ciudadanos y como hijos de Dios obedecer a las autoridades y orar por el bien de ellos, de nuestro país y del mundo. Éste es un tiempo para estar en familia, protegiendo a nuestros seres queridos del contagio y de la exposición. Jesús es nuestro cordero pascual, Él es quien alimenta, nutre y sustenta nuestras vidas. Su cobertura y protección está sobre nosotros. La sangre del cordero determina la propiedad de Dios sobre ese lugar. Allí donde está la señal, la muerte no tiene poder, pasará de largo.

“Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.” (Juan 11:25) RVR

Quiero invitarlos a todos a repetir esta oración en voz alta allí donde se encuentren:

Pedimos sabiduría para el Presidente de la nación y su equipo. Bendícelo, fortalécelo y líbralo de todo mal. Bendice a nuestros gobernantes y al Intendente. Dales sabiduría, guárdalos. Bendice a todos los que trabajan cuidando la salud del país, renueva sus fuerzas, cúbrelos y líbralos de todo mal. Guarda sus familias, dales inmunidad física. Bendice a las fuerzas de seguridad, a las fuerzas armadas, a los policías, a todos los que están destinados a cuidarnos, bendícelos. Bendice y guarda también a toda persona que se encuentra prestando funciones de servicio para sostener el funcionamiento del país y no puede estar a resguardo con su familia en su hogar. ¡Toda la iglesia de Jesucristo los bendice!

Bendice también a cada hermano, a cada padre, hijo, abuelo, que tu fortaleza y cuidado esté llegando al hogar de cada uno de ellos. Bendice también a toda la familia de Cristo en la Tierra, sus cuerpos, mente, alma y espíritu están protegidos por la sangre de Jesús. Sellamos sus vidas con tu protección divina en el nombre de Jesús, ¡AMÉN!

“Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.” (Romanos 8:38-39) RVR