sí habla la Biblia acerca de los hijos de Dios, aquellos que meditan en su Palabra de día y de noche:
“Son como árboles plantados a la orilla de un río, que siempre dan fruto en su tiempo. Sus hojas nunca se marchitan, y prosperan en todo lo que hacen.” (Salmos 1:3) NTV
El árbol que está plantado a la orilla de un río es un árbol que crece, florece y da fruto. Sus raíces reciben vida, esto habla de la dependencia que el cristiano tiene de Dios. El tronco de la planta, representa el carácter, una personalidad moldeada por el Espíritu Santo. Las ramas del árbol, hablan del alcance y la proyección que esa persona tiene en la Tierra, la gente que afecta en su vida diaria. Los frutos que son “en su tiempo”, nos habla sobre disfrutar la dulzura de la vida, no perder oportunidades.
El agua y los ríos simbolizan la presencia del Espíritu Santo en la vida del creyente.
“El que cree en mí como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva”. (San Juan 7:38) RVR
La vida espiritual es como un río, que nace en la presencia de Dios y fluye hacia nuestro interior. Nace en el dador de vida, para que nosotros recibamos vida abundante. Este río, cuyas aguas proceden del trono de Dios trae sanidad, vida y restauración. Cuando las corrientes del Espíritu Santo pasan por tu vida, ellas traen un renuevo. Te vuelven al original, al orden de creación divina para tu vida. Salirse del río es entrar en tierra seca, es entrar en tierra árida, implica vivir en un desierto espiritual, donde tu vida se va secando hasta marchitarse. Pero aquel que vive en el río de Dios se convierte en una fuente de agua viva para bendecir a los demás.
A lo largo de la Biblia se mencionan 7 ríos, son 7 maneras diferentes en las que opera el Espíritu Santo
1. El río de CONOCIMIENTO: sabiduría, revelación, ciencia.
2. El río de PODER: milagros, señales, maravillas.
3. El río de AUTORIDAD: venciendo al diablo, los demonios y cualquier fuerza del mal.
4. El río de la UNCIÓN: para romper cadenas, ataduras y yugos.
5. El río de SALVACIÓN: para salvar almas y llevar avivamiento.
6. El río de BENDICIÓN: en el cuerpo, el alma y el espíritu.
7. El río de VIDA: Dios no participa únicamente en un momento aislado de tu vida, sino que la transforma por completo.
“Jesús contestó: —Si tan solo supieras el regalo que Dios tiene para ti y con quién estás hablando, tú me pedirías a mí, y yo te daría agua viva.” (San Juan 4:10 NTV)
Jesús fue a Samaria para encontrarse con una mujer muy especial. Esta persona, había vivido grandes desilusiones. La mujer de Samaria tenía un vacío en su interior que nada podía llenar. Intentó encontrar el amor verdadero en las diferentes personas con las que se casó, pero nunca lo logró. Cinco veces contrajo matrimonio y cinco veces se divorció. Ese día, cerca del mediodía se encontró con Jesús. En el momento más sofocante del día, cuando la sed se hacía sentir con mayor intensidad, ahí se encuentra con el Hijo de Dios, sentado al lado del pozo.
Jesús le habló acerca de la sed interior, esa misma sed que la había llevado a buscar en los hombres lo que sólo Dios le podía dar.
“Jesús contestó: —Cualquiera que beba de esta agua pronto volverá a tener sed, pero todos los que beban del agua que yo doy no tendrán sed jamás. Esa agua se convierte en un manantial que brota con frescura dentro de ellos y les da vida eterna.” (San Juan 4:13-14) NTV
Luego de hablar con Jesús la mujer Samaritana fue corriendo a su aldea. Le contó a todos acerca del encuentro había tenido con el Hijo de Dios, y por su testimonio muchos en Samaria creyeron y fueron salvos.
Hoy en día hay mucha gente que está seca por dentro, necesita volverse a la fuente genuina de vida. Necesita encontrarse con su Creador. Aquel que beba de las aguas que Jesús tiene para dar, no tendrá sed jamás. Así como sucedió con la mujer samaritana, tu vida será una fuente de aguar viva que lleve vida a los demás, porque Dios está dentro tuyo respaldándote.
Quiero invitarlo a hacer esta oración conmigo:
Padre amado, recibo tu mensaje. Esta palabra es para mi vida. Espíritu Santo bautiza mi vida, recibo tu vida en todo mi ser. Entra en mi casa, entra en mi familia, echa fuera la muerte, el fracaso y el desánimo. Llena mi vida, así como lo hiciste con la mujer Samaritana. Mi vida, mi familia y mi casa reciben el río de vida abundante del Espíritu Santo. En el nombre de Jesús, AMÉN y AMÉN.
Pr. Omar Olier