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CRECIENDO EN LA PRESENCIA DE DIOS

CRECIENDO EN LA PRESENCIA DE DIOS
El crecimiento es parte del orden natural de la creación divina. Todo lo que Dios ha creado es bueno, vive un ciclo, cumple su propósito y a su tiempo da fruto. Es Dios quien da el crecimiento, y es responsabilidad del hombre nutrir su vida en la presencia de Dios para crecer sano, fuerte y próspero.
Jesús dijo:

“Ciertamente, yo soy la vid; ustedes son las ramas. Los que permanecen en mí y yo en ellos producirán mucho fruto porque, separados de mí, no pueden hacer nada.” (San Juan 15:5) NTV

El día en que usted se desconecta de Dios es el día en que usted deja de crecer. Es Dios, su presencia, y la comunión que tenemos con Él, lo que nos da el crecimiento interior que luego es reflejado en la vida cotidiana por medio de nuestras obras.
La Biblia nos cuenta en el libro de Números capítulo 17 una historia fascinante. En un momento del peregrinaje de Israel hacia la tierra prometida el liderazgo de Moisés y Aarón es disputado en el pueblo. Algunos jefes de las tribus se creían con mejor derecho a ocupar lugares de liderazgo. Por orden de Jehová Moisés tomó las varas de cada uno de los jefes de las tribus de Israel y las colocó en presencia del Señor. Al otro día, cuando Moisés fue a buscarlas encontró que la vara de Aarón había reverdecido, había florecido y había dado fruto.

“Al día siguiente, cuando Moisés entró en el tabernáculo del pacto, encontró que la vara de Aarón, que representaba a la tribu de Leví, ¡había retoñado, echado brotes, florecido y producido almendras maduras!” (Números 17:8) NTV

Es Dios quien da el crecimiento, en su presencia aquello que puede llegar a tomar años en crecer y desarrollarse, Jehová lo puede transformar en un solo día para que crezca y lleve fruto en abundancia.
Dios nos conoce como nadie más podría conocernos. Cuando Él nos creó, nos hizo perfectos y completos. Colocó dentro nuestro un diseño y una función conforme a su plan eterno de salvación. Somos personas con destino y nunca nos sentiremos completamente satisfechos hasta que cumplamos el propósito que Dios creó para nosotros. El salmista David describe lo siguiente en el Salmo 139:

“Tú me observabas mientras iba cobrando forma en secreto, mientras se entretejían mis partes en la oscuridad de la matriz. Me viste antes de que naciera. Cada día de mi vida estaba registrado en tu libro. Cada momento fue diseñado antes de que un solo día pasara.” (Salmo 139: 15-16) NTV

Dios siempre está presente. No hay lugar donde podamos huir lejos de su presencia. Él siempre está a nuestro lado. Aún antes de nacer, el ya nos conocía. Seguramente David en este Salmo recordó cómo cambió su vida para siempre cuando el Espíritu de Dios vino sobre él. Desde ese día en adelante la presencia de Dios acompañó a David a todos lados, y le dio todas sus victorias.

“Qué preciosos son tus pensamientos acerca de mí, oh Dios. ¡No se pueden enumerar! Ni siquiera puedo contarlos; ¡suman más que los granos de la arena! Y cuando despierto, ¡todavía estás conmigo!” (Salmo 139:17-18) NTV

David oraba 3 veces al día. Él decía: “mejor es un día en tu presencia que mil fuera de ellos”. Dios tiene pensamientos de bien para sus hijos. No hay crecimiento fuera de la presencia de Dios. Es Él quien corona de favores al hombre, y quien da gracia al humilde. En Su presencia hay gozo, paz, libertad, descanso, bienestar, prosperidad y abundancia. Allí nos impregnamos de lo celestial, Dios se revela a nosotros y conocemos su carácter. Allí somos transformados a su imagen y semejanza, hasta alcanzar la altura del varón perfecto, Cristo.
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