Tu Alimento Diario
Salmos 32:2-5
Sí, ¡qué alegría para aquellos a quienes el Señor les borró la culpa de su cuenta, los que llevan una vida de total transparencia! Mientras me negué a confesar mi pecado, mi cuerpo se consumió, y gemía todo el día. Día y noche tu mano de disciplina pesaba sobre mí; mi fuerza se evaporó como agua al calor del verano. Finalmente te confesé todos mis pecados y ya no intenté ocultar mi culpa. Me dije: Le confesaré mis rebeliones al Señor, ¡y tú me perdonaste! Toda mi culpa desapareció.
Ocultar el pecado, no solo rompe tu relación con Dios, sino que enferma tu mente y cuerpo.
Cuando te arrepientes, confiesas a Dios tus faltas, le pides perdón, tu espíritu revive, tu mente recibe paz y alegría, tu cuerpo se rejuvenece, sana y fortalece.
Ora así: Padre Dios, te pido perdón por mis pecados, borra la culpa de mi cuenta. ¡Sáname! ¡Restáurame!
Quiero vivir con transparencia delante de ti. Te lo pido en el nombre de Jesús, amén.
¡Bendecido Jueves!