Tu Alimento Diario
Salmos 77:1-3 RVC
Con mi voz clamé a Dios; a Dios clamé, y él me escuchó. Busqué al Señor cuando me vi angustiado; por las noches, sin cesar, a él levanté mis manos; pues mi alma rehusaba ser consolada. Me acordé de Dios, y me sentí conmovido.
Hay momentos que uno siente que el cielo está cerrado, que la ayuda del Señor no llega; como si tu oracion no lograra traspasar el techo.
Pero hoy quiero decirte que nada de eso es verdad, que la gracia de Dios es mayor que tus pecados, que Su bendición rompe toda maldición, que la oración no es para los “perfectos” sino para aquellos que reconocen que necesitan a Dios.
Por eso, no dejes de orar, Dios siempre te escuchará y responderá.
Ora así: Padre Dios, a veces he pensado que estás lejos de mi vida; pero ahora quiero darte gracias porque sé que escuchas mi oración. Levanto mis manos al cielo y pongo mi vida en tus manos. En el Nombre de Jesús, amén.
¡Bendecido Domingo!