Tu Alimento Diario
San Mateo 27: 50-54
«Jesús volvió a gritar y entregó su espíritu. En ese momento, la cortina del santuario del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. La tierra tembló, las rocas se partieron en dos. El oficial romano y los otros soldados que estaban en la crucifixión quedaron aterrorizados por el terremoto y por todo lo que había sucedido. Dijeron: ¡Este hombre era verdaderamente el Hijo de Dios!»
La tierra tembló de tal manera que hasta sus mismos ejecutores reconocieron que era el hijo de Dios.
Esa horrenda crucifixión fue el precio que pagó para que la “cortina” que te separaba de Dios se rasgara y hoy puedas volver a tener acceso a sus bendiciones.
Como aquellos soldados, reconoce a Jesús, cree que es tu Salvador, conviértete en hijo de Dios, disfruta su herencia.
Ora así: Padre Dios, creo que Jesús dio su vida en pago por mis pecados, que cargó el castigo que me correspondía a mí, que ahora soy tu hijo. Recibo el regalo de la salvación presente y eterna. En el Nombre de Jesús, amén.
¡Bendecido Viernes!