Tu Alimento Diario

Salmos 38:4-8

Mi culpa me abruma, es una carga demasiado pesada para soportar. Mis heridas se infectan y dan mal olor a causa de mis necios pecados. Me retuerzo atormentado por el dolor; todo el día estoy lleno de profunda tristeza. Una fiebre galopante me quema por dentro, y mi salud está arruinada. Estoy agotado y totalmente destrozado; mis gemidos salen de un corazón angustiado.

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El rey David había pecado, todo su ser, espíritu, alma y cuerpo, estaba herido.

El pecado te separa de Dios, apaga tu espíritu, atormenta tu mente, enferme y roba las fuerzas de tu cuerpo.

La única manera de revertir esta situación es pedirle perdón a Dios, dar un giro de 180 grados en tu vida, recibir el Espíritu de Jesús, para que tu alma reverdezca y tu cuerpo se rejuvenezca.

Ora así: Padre Dios, me arrepiento de todos mis pecados, decidí seguirte y te pido que tu Presencia me acompañe todos los días de mi vida. En el Nombre de Jesús, amén.

¡Bendecido Sábado!